Cuando el United juega, ver una lista de jugadores donde no figura el nombre de Wayne Rooney puede asustar a mas de uno, y mas aun si se trata de una final de la Carling Cup. No solo no estaba Rooney, sino que tampoco lo hacían Van der Sar - un fijo en la portería- ni el Señor Paul Scholes.
Muchos podían haberse temido lo peor al ver un 11 titular plagado de ausencias. Y es que Ferguson sabe lo que hace cuando lo hace. Ferguson sabe a lo que juega. El año pasado si la memoria no me falla, Gibson fue el encargado de la creación en el centro del campo y Kuszczak se hizo dueño de los palos. La jugada le salio bien al escocés, lo mismo que le podia haber salido mal. 0-0 y la cosa acabó en los penalties donde la balanza se decantó para el Man U.
Este año no fue la misma historia. El Villa ya se había adelantado en el min.5 gracias a un penalty provocado por Agbonlahor en el vértice del área y convertido por Milner, 1-1. Fue en el min. 12 cuando Richard Dunne cometió un doble fallo en defensa propiciando un 2 para 3 que se saldó con el 1-1, gol de Owen. En gran parte esa rápida reacción fue lo que hizo meterse en el partido de nuevo a los Red Devils. El Villa parecía haberse desinflado tan rápidamente como metieron el primer gol, algo que el United aprovecho para hacerse dueño del centro del campo. Valencia se movía como pez en el agua, cosa que ya se había venido viendo en las jornadas anteriores de liga, firmando asistencias inverosímiles y aportando una movilidad a día de hoy necesaria para el United al centro del campo. Ya en el min.74 un Rooney de récord, ponía el definitivo 2-1 en el luminoso de Wembley, como no, a pase de Luis Antonio Valencia, que buscó el espacio desmarcándose y llegando al área para realizar una pared y poner en la testa del ingles el balón.
2-1 fue el resultado de la final en la que al United le bastó con ser algo mejor que el equipo de Martin O'Neal, que esta completando una magnífica temporada y al que no tardarán en llegarle los resultados esperados.
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